#Narraluz 55

#Narraluz 55

Lo intentas pero no es posible. No es posible dejar de ser quién eres, vestirte de otro, cubrir tu rostro, esconderte de mi. No te engañes, conozco a mis hijos. Te conozco y… te quiero.

Me da pena ver cómo tiras tu vida de terraza e terraza, buscando lo que nunca encontrarás fuera de ti. No me acostumbro a verte solo, escapando de tu sombra, con el alma pasando frío…

Levanta la cabeza. Mírame. Estoy aquí mismo. Esperándote.

 

#Narraluz 54

#Narraluz 54

Tengo ganas de volver. Cada día más. Tengo ganas de volver.

Tengo ganas de escuchar las gaviotas. Tengo ganas de ir a misa a S. Jorge. Tengo ganas de tomarme un chocolate con churros con mamá. Tengo ganas de pasarme la noche hablando de la vida con mi amiga del alma. Tengo ganas de pasear de adulto lo que paseé de niño. Tengo ganas de tomarme una tapa a la sombra de María Pita. Tengo ganas de andar los pasillos de mi cole y saborear cada recuerdo, cada rincón. Tengo ganas de ser coruñés en Coruña, de nuevo. Tengo ganas de llorar y que mis lágrimas rompan con las olas del Atlántico. Tengo ganas de celebrar el sol y maldecir la niebla.

Tengo ganas pero… Dios me quiere aquí.

#Narraluz 53

#Narraluz 53

Te miro y tengo que hacer un esfuerzo por reconocerte. El brillo de tu mirada ha hecho la maleta y su paradero es desconocido. Tu piel, suave y blanca, ha envejecido y raspa al tacto. Aquella melena preciosa, envidia de toda la clase cuando íbamos al cole, está teñida de dolor y pecado. Te miro y veo a alguien que quiso jugar y ha terminado la partida apaleada.

Te encontré por fin. Déjame que te abrace. Déjame que bese cada uno de tus pedazos, que acaricie ese pelo como antaño. Es momento de volver a empezar, de reconstruir lo derruido, de sanar lo herido, de recuperar el verde esperanza de tus ojos.

#Narraluz 52

#Narraluz 52

– ¿Me estás escuchando?

Obviamente no. Ni siquiera respondiste. Tu mirada estaba fija en el teléfono y tus dedos bailaban enloquecidos sobre su teclado.

Me levanté y me fui al baño. Lloré. Lloré como nunca lo había hecho. Lloré por nosotros. Lloré por mi. Me sentía tan sola… ¡tan abandonada! Despreciada, empequeñecida, maltratada.

Antes de acostarme, arropé al niño y apreté con fuerza su osito de peluche. Y quise volver a ser niña,.

#Narraluz 51

#Narraluz 51

De mi padre aprendí a mirar arriba, con la cabeza alta, llevando la mirada a tejados, balcones, nubes, cielos, gárgolas, rostros…

Cuando uno se acostumbra a vivir mirando abajo… el mundo es tan triste, el paisaje tan desesperanzador. Todo se torna impersonal, gris, indefinido; uno se siente pequeño, uno más, incapaz de cambiar nada.

Por eso, empieza por levantar la cabeza. Sacude el peso que te oprime, no es real. Y mira más allá, alarga tu mirada, encuéntrate con la belleza colorista y caprichosa de un mundo que te llama, de un mundo que te espera.

Y empezarás a disfrutar.