Año VI, de luces y sombras

Vivimos habitados de luces y sombras. El maestro Caravaggio lo sabía bien y en sus cuadros fue capaz de plasmar aquello que se hace realidad en el interior de cada uno de nosotros, de ti y de mí. Paisajes salpicados de sol, hermosos y esperanzados. Rincones misteriosos a los que cuesta ir sin compañía. Todo eso somos, tú y yo.
Cuando las luces y las sombras de desperezan y hablan, nuestro cuerpo se conmueve y nuestro espíritu, a veces valiente y a veces temeroso, se asoma a la barrera para escuchar lo que se dice, para sentir lo que se cuece. Las luces hablan de Dios y de los otros. Cuentan historias de lo mejor de cada uno. Alimentan sueños. Descubren amores. Estallan en risas, a veces. Las sombras miran de reojo. A veces gritan y se exceden. A veces callan y nos hieren. Dan la espalda y cuchichean. Lloran, a veces.
Vivimos habitados de luces y sombras. Somos como un lienzo de Caravaggio que, a la vez que da la cara y se muestra, a veces calla sus secretos y su historia. Y así debemos querernos. Y así debemos dejar que nos quieran. Enteros.