#Narraluz 29

#Narraluz 29

Cuando era niño pensaba que no había nada más aburrido que la paz. Me pasaba las tardes corriendo, jugando, montando campamentos en el salón de casa, disparando a enemigos imaginarios, retando a los grandes superhéroes del momento, escapándome de la mano de mamá durante los paseos de domingo…

En mi juventud, la paz era sinónimo de vacaciones, de sofás en los que tirarme, de fines de semana sin mis padres, de escapadas a montes perdidos y rincones solitarios con mi novia o mis amigos… Saboreaba la paz de un buen retiro, de un jugoso silencio… y me escapaba de la gran ciudad para conquistar ese bien preciado y escaso.

Luego llegó la adulta madurez y el sueño por pasar unos días sin los niños, sin gritos en casa, sin carreras, sin peleas, sin trajines del día a día. La paz era un tesoro prácticamente imaginario e inaccesible, un sueño, una quimera. Estrés, preocupaciones, facturas por pagar, hipotecas pendientes… ¿Dónde se escondía la paz? ¡¿Dónde?!

Hoy, a mis 74 años, miro atrás divertido y me río de todo aquello mientras vivo mi vejez con intensa plenitud. Contemplo el camino recorrido y me recreo en cada recuerdo, en cada renglón de mi historia. Y me reconozco en el relato. Siempre he sido yo. Hoy, también. Y me descubro en paz. Ha llegado sin hacer ruido y ya para quedarse.

#Narraluz 28

#Narraluz 28

Él era capaz de llenar toda una estancia sólo con su fragancia. Era, lo que se suele decir, un caballero; de esos que escuchan antes de hablar, de los que te miran a los ojos cuando les hablas, de los de amplia y franca sonrisa y gesto amable. Refinado en su educación y cultivado en su lenguaje…

Su cuidada imagen exterior era fiel reflejo de lo cuidado de su espíritu. Era un hombre de mirada especial, corazón alegre, serenidad contagiosa.

Ayer se marchó. Lo echaron. Un día no pudo afrontar ni un recibo más y la casa se la quedó el banco. Él ha perdido su hogar y el barrio lo ha perdido a él. Una tragedia de proporciones inimaginables, irreparable.

Un puente menos al cielo…

#Narraluz 27

#Narraluz 27

 
Que sí. Hazme caso. Necesitas una manita de pintura… A todos nos pasa y tú no vas a ser menos. Lo mejor es darse cuenta y no dejar que el tiempo acabe por agrietar aquello que, a la postre, es lo que hace que la vida valga la pena.

No lo dejes pasar ni un minuto más. Hay cosas que no deben esperar si no quieres acabar siendo la sombra de lo que Dios pensó para ti. Busca las herramientas que necesites y ponte el mono de trabajo. Es hora de remangarse. Este tipo de reformas se sabe cuándo empiezan pero no cuándo terminan. Requieren tiempo y paciencia. Y mucho tesón. ¡Y valentía! Al fin y al cabo, ponerse delante de lo que uno es y contemplar las imperfecciones, los desconchones, las consecuencias de haber estado expuesto tanto tiempo al sol, a la lluvia, al viento… no es un ejercicio sencillo. Pero quién no se la juega, no gana.

Pero ¿sabes qué es lo mejor? Que quien tanto te ama, te sostiene. ¡A por ello!

#Narraluz 26

#Narraluz 26

Bailamos toda la noche y le dimos la bienvenida al sol, sentados, uno junto al otro, a la orilla del mar. El corazón, sonriente. El ánimo, arriba. Los sueños, desbordados. La mirada, brillante.

Y en aquella playa del norte, con los pies doloridos y acariciados por la fresca brisa atlántica, nos besamos por primera vez.

Desde entonces, la primavera me sabe a beso, a brisa, a playa. Desde entonces brindo por el sol y por los pies destrozados en compañía.

#Narraluz 25b

#Narraluz 25b

Como todo niño yo también tuve mis sueños. Soñé con ser famoso, actor, cantante, escritor,… soñé con ser médico, con ser bombero, con salvar vidas y que todos me admiraran por ello. Soñaba con cosas grandes y me creía indestructible, ¿cómo podía pasarme algo malo con la cantidad de cosas que tenía por hacer? Eso era algo impensable.
Ya de adulto soñaba. Soñaba con ser como un niño, con disfrutar de la vida que el trabajo me robaba. Y jugué, jugaba como un adolescente con aquello que no podía conseguir, y tonteaba con aquello que creía me hacía feliz.
Soñé y perdí mi tiempo soñando.
Jugué y perdí mi tiempo jugando.
Y soñando y jugando se me pasó la vida y ahora, ya anciano, miro hacía atrás y me pregunto; ¿Qué hubiera pasado si hubiese jugado a soñar con otros sueños, si hubiera jugado al sueño de tender la mano? la vida habría pasado igual, seguro, pero tal vez sin los juegos y sin los sueños robados.