Me deleito con su fragancia y el sonido de sus gentes. La voz gastada de Charles Aznavour sale de un comercio y llena el paseo lleno de luces. Es Navidad y ningún sitio como París para celebrarla.
Más de dos años han pasado desde aquella JMJ en Madrid en la que nos conocimos, cantándole al Señor y dándole vivas al Papa. El Cristo que nace es el mismo que nos presentó. Aquel que nos rescató de la oscuridad es, hoy, la luz que nos hace brillar y ser luz para otros.