Cuando las cosas se ponen feas, no nos queda más remedio que ser valientes.
Hay momentos, días, épocas… en los que de nada valen las palabras, en los que el tiempo de la preparación termina. Todo lo leído, todo lo estudiado, todo lo orado, todo lo aprendido, todo lo meditado, todo lo vivido, todo lo herido y todo lo curado… todo lo amado… cobra sentido. Es el tiempo de los hechos.
Ha llegado mi momento. Cronómetro a cero. Comienza la gran batalla.