– La veo bailar y me pongo malo…
– ¿Pero tan bien lo hace?
– ¿Bien? Tendrías que verla… Es… es… una diosa. Ha sido dotada para el baile, sin duda.
– ¿Entonces? ¿Qué problema hay en dejar que siga su camino?
– ¡¿Qué problema hay?! Miro a sus compañeros, a sus amigos, a los padres de sus amigos… veo sus caras y su baba cayendo y… y… ¡me pongo malo! ¡Hay cosas para las que un padre nunca está preparado!