Prefiero andar la vida por veredas frondosas, perdidas, íntimas. Sí, prefiero andarla, sin prisa.
Prefiero evitar los autopistas hacia la felicidad, las grandes autovías del bienestar. Los años me han enseñado que la felicidad se esconde en las calles retorcidas de los barrios, en las curvas a baja velocidad, en las carreteras secundarias del día a día.
Prefiero andar la vida, sin duda. Pasearla,con la ligera firmeza que otorga el tramo recorrido; pasearla para descubrirla, redescubrirla paseando.
¿La vida? Andando y burlando siempre la meta…
Me recuerda a cuando vivía en Bologna. En mi «quartiere» valía la pena meterse por callejuelas, siempre te encontrabas pequeños jardines y rincones verdes cuidados con esmero y cariño por los vecinos. Muy bonita la foto y… Santi: últimamente estás muy melancólico en los Narraluces!! Enhorabuena a los dos!! Un abrazo.
C.