En la soledad del velatorio, te miro y saboreo la paz de tu rostro. Desolado por tu falta, los recuerdos martillean mi mente…
«- Hijo, exprime cada día. Vive cada minuto apasionadamente. Quémate los dedos si hace falta. Vacíate y entrégate sin reservas por aquello que merece la pena. Sólo así serás feliz y harás feliz a los que te rodean.»
En la soledad del velatorio, te beso por última vez, mamá. Profundamente agradecido, con el corazón lleno de amor, al calor de la inmensa llama que ya has prendido en el cielo.