– Es la primera vez que entro en una mezquita.
– Yo es la primera vez que invito a un católico a entrar.
– Si no te hablo más, no te molestes. Mi silencio es signo de recogimiento, de alabanza, de intimidad.
– Ven por aquí. La oración va a comenzar. Ora con nosotros. La paz del mundo empieza a construirse aquí, hoy.
Los diálogos son siempre buenos. Interreligioso, O entre personas religiosas y personas ateas o agnósticas, que tanto se olvida. No digo de creyentes o no creyentes, porque yo creo en muchas cosas, soy creyente de muchas cosas, con la mente y el camino abierto a otras realidades. La paz. La paz empieza a nuestro lado, empieza por la relación con los y las que tenemos cerca, por la igualdad de oportunidades de todas las personas, de mujeres y varones. La paz se construye con el conocimiento, con la cercanía, interpelando a los y las demás sobre sus motivaciones, sus deseos. La paz se construye desde el corazón, los sentimientos, pero la razón tiene también mucho que decir. La paz se construye desde la dicversidad, la pluralidad, el ejemplo, la escucha, la reflexión. Debe tratarse al otro como un igual. Con los mismos derechos, con las mismas obligaciones de respeto a lo diferente. La paz a veces se quiebra de una manera invisible, y adopta el nombre de tradición, de inercia. Hay que tener los ojos, el corazón, la cabeza alerta y bien abiertos para generar paz. Paz no es sólo ausencia de guerra. Hay que ser muy valiente para construir la paz. Mucho más que para ir a la guerra. Porque para construir la paz hace falta la paciencia de la gota que agujerea la piedra de lo inmutable, de las verdades inmutables. Y hace falta revisarse a uno mismo, detectar la violencia que nos crea la comodidad de seguir el rumbo que, nos dicen, está marcado. La paz. Sea la paz con nosotros/as. Un abrazo.