Hay algo que me quema muy dentro. Es un fuego voraz, vivo… ¡Una hoguera interior! Es más que un deseo y no sé cómo he pasado tanto tiempo viviendo a su vera sin quemarme.

Hay algo que me quema muy dentro. Es un fuego que no se acaba porque se alimenta de lo más profundo de mi ser, de eso inagotable y eterno que Dios me regaló desde el mismo momento en que me soñó. Es la llama que nunca se apaga, la llama que calienta mi alma.

Hay algo que me quema muy dentro. Lo descubrí hace ya tiempo y desde entonces no hay día o noche que no caliente mis manos y mi corazón cuando llegan esos fríos días de invierno…

Hay algo que me quema muy dentro. Una caricia, un susurro, un post-it que no se despega… Es mi vocación. Es la voz de Dios que me dice al oído: «los niños… los jóvenes… pobres… como Calasanz…»